lunes, 2 de julio de 2012

Sin nosotros…


Con la maraña del saber que no estás y no estarás, brota un deseo tullido, es una intención, unas ganas de (…) ¡nada más! La certeza inexorable del “nada más” hiere a este corazón quimérico, lo amedrenta burdamente…

Mi corazón de quimera
construye lagos
con la humedad de tu boca
labrándolo con besos nuevos.

Cada día es empezar de nuevo
aun sabiendo de la cruel ocurrencia.
El capricho adereza
el dolor, por tu deseo frígido.

El corazón renuente, arremete contra los días que no han de traerte a mí; frenéticos latidos, incendian razones, con el propósito de calcinar todas las buenas éticas que condenan mi amor furtivo y toda voluntad que intimiden tus manos por husmear mi cuerpo…

Nada importa, nada es nada sin nosotros
sin la unción de nuestros cuerpos.
Dame tus besos, quiero tus besos, urgen tus besos…
¡El tabú, a la hoguera indolente de nuestros deseos!

Los otros y el deber ser; fusilan sin piedad, encarcelan perpetuamente las ganas de nosotros. Todo es un panteón de deseos muertos.  Negados al sepelio; escapamos como ladrones y tan solo, las noches, nos ocultan en su oscuridad, contamos sus estrellas y hacemos cuentos de amores para sublimar las ganas nuestras. Y bien sabes, amor mío, que; cada letra, cada buena intención, cada palabra sugerente que escribo, encarnan mis ganas de ti…

Como lámpara mágica, tu desnudez sobria
me concede tres deseos:
El calor de tu cuerpo, el olor de tu sexo, tu piel salada.
Menesteroso de ti, me hago de ellos… (te poseo)

Y mi corazón, mi deseo, mi cuerpo, son tuyos
a tus manos se dan como niños sin regazo
¡Dales de comer de la miel de tus ojos
tenlos en tu cama, acarícialos con tu aliento!

Generosa desnudez la tuya con sus deseos,
son para mi alma un sacramento,
niños sin regazo por la carestía de tu cuerpo
¿Qué hacemos sin nosotros?

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