martes, 6 de marzo de 2012

Leí sus miradas...


Leí sus miradas con devota precisión
y sentí cada letra escrita por sus ojos,
me hice parte de la historia sin simulación mustia
con las mismas ganas de hacerla mía.
La historia se hizo real a mis deseos por sus ojos.
Por sus ojos desee una historia pintada de noches oscuras
y su cuerpo alumbrando mis ganas.
De esa historia y las ganas por tenerla
se endulzaron mis días y mis días fueron placidas horas
con minutos y segundos dispuestos a la huelga
para no dejarla ir y siempre tenerla a mi lado.
De esas miradas y esos ojos que hechizaron a mi corazón
y le dieron el menjurje exacto para lidiar con el dolor,
de esas miradas y esos ojos que suplantaron los miedos por el amor
y convencieron a mis ojos con lenguaje puntual
para ver al mundo a través de los suyos;
un mundo de colores, sabores, aromas y texturas inéditas
depositadas en la dulzura de su mirada tierna y complaciente.
De esas miradas y esos ojos, ausentes,
mis deseos mueren y se escribe una nueva historia
que acobardan a mis días y mis días son insípidos
con minutos y segundos que se escurren inevitablemente
por el dolor de su ausencia.
Los días son fríos y húmedos, son pedazos de muerte
de sabor amargo y no hay dulzura que me salve,
sus ojos tan lejos; todo de ella en mí, tan mía, pero sin ella.
Y la nueva historia me revela el deseo caprichoso
de enredarme en la palabra “olvido”
vaciarme de los vicios tercos,
romper los círculos que giran alrededor de sus ojos,
enseñarme nuevamente la palabra “amor”