De esas soledades que nos juntan:
Tu soledad empieza cuando se apagan las luces
y tienes que dormir sola en tu cama
y la ausencia mía es un reproche penetrante.
La soledad mía se prende en tu ausencia
y salgo a la calle vestido de alcahuete
con el deseo adulterado por besos de labios dulces
para no morir del beneficio de tus dudas.
Tu soledad se desvanece en el ruido,
la mía aumenta con los mismos,
tu soledad se calma entre caricias vanas,
la mía se disipa con mis ganas de tu espalda.
Tu soledad se enfurece en compañía tuya
y arremete con la ausencia mía,
mi soledad me contrae de los males
de poder tenerte y no tenerte, aun así, amarte.
De esas soledades que nos lían,
tú buscas y nada encuentras,
yo no busco pues nada encuentro
Y con la soledad mía, solo te tengo.
La soledad tuya te perpetúa
en las vicisitudes de falsos olvidos,
la soledad mía me vincula
al anhelo de tus besos y tus manos.
La soledad tuya y la soledad mía,
tan semejantes en sus versiones
que nos calcinan en las pretensiones
por el olvido de nuestros días.
De esas soledades que nos juntan
en el campo gris del recuerdo,
de las soledades que adulteran el deseo
de marcharnos y nuestros corazones concilian.
De esas soledades que persuaden
con la nostalgia prendida y nos dan el afán
de buscarnos, entregarnos y amarnos.
Amo cada trozo de esas soledades que nos juntan…